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Imágenes dramáticas provienen de Venezuela, donde se vive una crisis económica, institucional y social. Los habitantes mueren de hambre y muchos están invadiendo zoológicos para alimentarse de búfalos, caballos y animales exóticos.

Hay escasez de medicamentos y necesidades básicas como el pan. Venezuela, que alguna vez fue un país rico y próspero, está atravesando una de las crisis más increíbles del mundo.

La inflación fluctúa entre el 700 y el 1.100% anual y el bolívar, la moneda nacional, es ahora papel de desecho. Entonces, los venezolanos ahora delgados se ven obligados a asaltar animales en zoológicos. Así, las tortugas marinas, los flamencos, los delfines de agua dulce y otros animales protegidos se han convertido en la única fuente de sustento de la población.

Forbes y otros medios locales ya habían hablado del fenómeno el año pasado, pero ahora la situación parece aún más grave. No es raro que los cuidadores del zoológico encuentren solo cadáveres y huesos de jabalíes y búfalos, por ejemplo en el distrito de Caricuao, en el oeste de Caracas. La población está desesperada.

Pero el gobierno local de Maduro además de declarar el estado de emergencia, aún no ha encontrado una solución al problema.

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Uno de los planes de su programa es el llamado plan conejo (plan conejo), un intento infructuoso de alimentar conejos a sus conciudadanos para reemplazar las proteínas de carne de res y pollo que ya no se crían porque no hay alimento.

Pero, en realidad, los venezolanos tradicionalmente ven a los conejos como mascotas y no como alimento potencial, prefieren asaltar zoológicos para encontrar animales como búfalos o jabalíes u otros animales exóticos como delfines de agua dulce, flamencos rojos del Caribe, tortugas marinas y asnos salvajes.

Venezuela es uno de los 17 países que concentran el 70% de la biodiversidad mundial, razón por la cual la crisis económica amenaza al medio ambiente al traer deforestación y tráfico ilegal de especies en peligro de extinción.

Rebusca en la basura y hay muchos que no tienen techo sobre sus cabezas. Según las ONG venezolanas, 280.000 personas padecen desnutrición y los niños son los más afectados. La situación no es mejor para los animales, los que no se convierten en comida acaban mordiéndose unos a otros. Muchos desaparecen y son robados como testifica la policía local.

Dominella Trunfio

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