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Azotar, golpear a un niño en las nalgas con la mano abierta, es una forma común de disciplina y un método educativo que todavía se usa en niños de todo el mundo. Pero no es casualidad que ya haya sido prohibido en 53 países a nivel mundial.

El uso de azotes ha sido objeto de acalorados debates en las últimas décadas. Hay quienes aseguran que es un método seguro, necesario y eficaz, y quienes argumentan que las nalgadas solo perjudican a los niños y violan sus derechos.

Es cierto que, ahora que se ha demostrado que con las nalgadas los niños en realidad están menos inclinados a obedecer, esta "forma de educación" ha entrado de lleno entre los delitos punibles por ley en varios estados. Y lo reiteramos también hoy, con motivo del Día Mundial de los Derechos del Niño.

Al menos, parece estar bien establecido que dar nalgadas a los niños afecta negativamente su bienestar mental. Para confirmar este último hallazgo se encuentra un estudio publicado en la revista Child Abuse & Neglect, según el cual los niños que son castigados con fuertes palmaditas en la caca tienden a sufrir más de depresión, a consumir también drogas a lo largo de su vida y a tener también tendencias suicidas.

“La investigación, dice un artículo, muestra claramente cómo las nalgadas tienen consecuencias negativas en la salud mental, social y del desarrollo. Entre estos efectos, puede haber problemas psicológicos, abuso de drogas, intentos de suicidio, dificultades cognitivas. Asimismo, es importante señalar que ningún estudio ha demostrado la eficacia de las nalgadas en los niños. Aquellos que dicen que es seguro cuando se hace de una manera específica están expresando su opinión. Y estos puntos de vista no están respaldados por evidencia científica ”.

Para llegar a esta conclusión, los expertos de la Universidad de Manitoba que llevaron a cabo la investigación analizaron los datos de 8,300 adultos y les pidieron que llenaran cuestionarios que informaran con qué frecuencia les pegaban cuando eran niños y si sus antecedentes familiares incluían abuso de tipo físico o emocional. Aproximadamente el 55% de los encuestados dijeron que habían sido azotados, y aquellos que experimentaron este tipo de castigo también informaron una mayor incidencia de depresión y otros problemas de salud mental y tendencias suicidas.

Elizabeth Gershoff, psicóloga de la Universidad de Texas en Austin, confirmó estos datos al revisar 88 estudios publicados en los 62 años anteriores. Con este trabajo, encontró que casi todos los estudios coincidían en que los niños que sufrieron castigos corporales también eran aquellos que en la edad adulta tenían "más probabilidades de convertirse en delincuentes, de crear relaciones basadas en el abuso o de desarrollar conductas antisociales".

En 2021, Gershoff también analizó los 75 estudios publicados en los 13 años anteriores y concluyó que en ninguno de los casos examinados los niños azotados habían corregido su comportamiento. Por otro lado, las constantes golpizas favorecieron el desarrollo en ellos de agresiones, relaciones complicadas con los demás y enfermedades mentales en la edad adulta.

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¡Los azotes, por tanto, queridos padres y madres, introducidos en el hogar como único método de educación o castigo, no son buenos! Tenga en cuenta lo que podrían estar causando y en su lugar trate de hablar con ellos y escúchelos.

Germana Carrillo

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