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Si se siente triste o deprimido al ver cómo el planeta cambia abruptamente, es posible que esté sufriendo de solastalgia, una angustia psicológica estrechamente vinculada al cambio climático.

“Una especie de nostalgia que sientes cuando el entorno que te rodea cambia para peor”, explica el filósofo australiano Glenn Albrecht, quien lo acuñó hace unos años en la Universidad de Newcaslte, Australia.

Literalmente, el término proviene de la combinación de la palabra latina solacium (comodidad) y la raíz griega algia (dolor) y es, como decíamos, un neologismo acuñado en 2003 por el filósofo australiano Glenn Albrecht e indica, precisamente, un malestar que se produce cuando se ve un empeoramiento del lugar donde vives. Empeoramiento debido precisamente al cambio climático, urbanización, sobreedificación, consumo de suelo, etc.

Por tanto, la sustitución está ligada al Antropoceno y al impacto del hombre en el medio ambiente. Las inundaciones, las lluvias torrenciales y las olas de calor afectan directamente nuestro estado de ánimo al intensificar el estrés y la ansiedad que eventualmente pueden degenerar en ira y depresión.

“Es un tipo de nostalgia o melancolía que sientes cuando estás en casa y tu entorno familiar está cambiando a tu alrededor de maneras que encuentras profundamente negativas”, dice Albrecht.

Un estado de ánimo que los nativos, por ejemplo, conocen bien.

"Los aborígenes australianos, los navajos y cualquier población indígena han experimentado esta sensación de dolor y desorientación después de haber sido desplazados de su tierra", dice Albrecht.

Un dolor que se sigue sintiendo cada vez que ganaderos y agricultores intentan usurpar sus tierras ancestrales para dar cabida al ganado y las plantaciones.

Pueden ser a largo y corto plazo, manifestándose de forma aguda o crónica. Tenemos así sentimientos de mayor agresión, sensación de debilidad, dolor, alienación y más depresión, ansiedad, trastornos del sueño hasta impulsos suicidas. Con todas las consecuencias del caso, esas son las relaciones con los demás y la comunidad. Entre las personas más vulnerables se encuentran los niños y los ancianos, pero también los jóvenes que últimamente están comenzando a manifestar ansiedad y preocupación por el futuro del Planeta.

Pero la solastalgia no es una peculiaridad de los países occidentales porque todo el mundo puede experimentar un sentimiento que amenaza el sentido de pertenencia a un lugar y el de la identidad, y que puede conducir a la depresión. Pero a pesar de todo no debemos tirar la toalla. “Soy una persona optimista, hago mucho para revertir el empuje”, comenta Albrecht.

Dominella Trunfio

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