Una camisa roja. Preguntarnos quiénes somos realmente. Para parar y pensar, comprometerse y ponerse a trabajar. Rojas como las camisetas de los niños que mueren en el mar y que a veces el mar se derrama en las playas del Mediterráneo.
La pequeña Aylan, de tres años, vestía de rojo, cuya foto de septiembre de 2021 despertó la emoción e indignación de medio mundo.
Los tres niños que se ahogaron el otro día frente a la costa de Libia iban vestidos de rojo (y no, no eran muñecos).
Otros serán vestidos de rojo por las madres, con la esperanza de que, en caso de naufragio, ese color atraiga la atención de los rescatistas.
Por eso, y por muchas otras razones, el 7 de julio vestimos una camiseta roja: para una bienvenida capaz de combinar seguridad y solidaridad. Este es el llamamiento de Don Luigi Ciotti, presidente nacional de Libera y del Grupo Abel, una invitación a detener "la hemorragia de la humanidad".
Para recordarnos que quienes vienen a nosotros buscan esperanza, libertad, dignidad, una tierra prometida, huyen de la pobreza, los desastres ambientales, los conflictos y las guerras.
"Estos niños mueren, mientras Europa juega el juego de la culpa con el problema de la inmigración -es decir, con la vida de miles de personas- y para no afrontarlo de una manera políticamente digna, culpa a quienes brindan ayuda o quienes desean una recepción capaz para aunar seguridad y solidaridad. Necesitamos contrarrestar esta hemorragia de humanidad, este cinismo desenfrenado alimentado por los empresarios del miedo. La Europa moderna no es esto. La Europa moderna es libertad, igualdad, fraternidad ”, explica Don Ciotti.
Se van incorporando muchas asociaciones, desde Legambiente al Arci, pasando por el Anpi. Así que paramos un día, sábado 7 de julio, y usemos una remera, una prenda roja, como esos niños .
Porque ahora más que nunca es importante ponerse en la piel de los demás, empezando por los niños.
No somos bienhechores. Son los demás los que deben redescubrir su humanidad.
Es hora de despertar conciencias, opinión pública. Estar indignado, conmoverse no es suficiente. Se deben tomar medidas.
Nadie tiene la fórmula mágica de cómo hacerlo, pero es en las mesas técnicas donde hay que buscar soluciones internacionales, no en la piel de los más débiles.
El 7 de julio viste una remera roja y dice basta con el populismo, la indiferencia y la caza de migrantes. Una camisa roja para seguir siendo humano.
Roberta Ragni
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