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Un sistema de riego que existe desde hace miles de años, que no requiere energía, sencillo y económico. Una solución practicada en muchos países, incluidos México y África. Una vasija de barro simple se entierra en la tierra y libera lentamente el agua que contiene.

Dado que el agua se filtra gradualmente debido a la porosidad del material, no se necesita energía adicional para regar. Las ollas de barro se hacen exclusivamente con una mezcla de agua y barro, se cuecen a fuego lento, pero no tienen que ser vidriadas, porque de ser así, la transpiración no funcionaría. De hecho, el esmalte o la pintura actuarían como un escudo.

La maceta de barro debe llenarse de agua y enterrarse. Inmediatamente comienza a liberar agua hasta que la tierra a su alrededor se satura. En ese punto, el proceso se detiene o se libera menos agua.

A su vez, las plantas absorben el agua presente en el suelo, lo secan y reinician la liberación de la maceta nuevamente.

Sin embargo, hay que decir que es necesario utilizar una técnica de mulching para no perder humedad de la tierra por evaporación, el agua de la maceta debe ser suficiente para 2 o 3 días sin riego, además el sistema tiene la ventaja de autorregularse, así que si si llueve, el jarrón ya no soltará agua porque la tierra tiene suficiente agua.

¿Quieres privar a este sistema también? Esto es lo que necesita saber. La maceta de barro se debe mantener tapada para que el agua no se disperse por evaporación (especialmente en verano, con las temperaturas más calientes). El terreno no debe ser demasiado compacto para permitir un riego adecuado del suelo.

Una tecnología que existe desde hace milenios pero que puede reemplazar fácilmente a sistemas más complejos y costosos, que consumen energía, utilizan materiales contaminantes y se convierten en desechos al final de su vida.

Francesca Mancuso

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