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¿Conoces esos hermosos rascacielos de cristal que adornan las metrópolis más grandes del mundo? Seguro que viéndolos, habrás sentido las ganas de admirarlos en vivo o de adentrarte en ellos para disfrutar de una vista impresionante. Y de hecho a nivel estético son auténticas maravillas, con esa luz natural que se filtra por las ventanas haciendo que todo sea un poco mágico, lástima que emitan mucho dióxido de carbono.

Pronto se revela la razón: son muy caras de enfriar precisamente por las fachadas de vidrio que permiten que la luz del sol se filtre, lo que genera calor y genera sobrecalentamiento. El problema es que la energía necesaria para enfriarlos mediante aire acondicionado implica emisiones muy elevadas de contaminantes.

¿Y sabe cuál es el porcentaje de las emisiones globales de dióxido de carbono de la construcción, calefacción, refrigeración y demolición de edificios? Hasta un 40%, según informa la Agencia Internacional de Energía. Y el aire acondicionado contribuye al porcentaje de manera significativa, sin mencionar que su uso ha aumentado con los años.

Ya se están tomando medidas contra todo esto, solo hay que pensar que el nuevo plan de Londres prevé, por ejemplo, que las empresas constructoras realicen controles sobre el consumo energético de los edificios a ser implementados a lo largo de su ciclo de vida. Para tomar precauciones en términos ambientales.

Desafortunadamente, incluso si los edificios de vidrio tienen algunas ventajas, por ejemplo, en países fríos permiten obtener calor solar utilizando menos energía, todavía no es suficiente. E incluso los tipos particulares de vidrio que se vuelven opacos para bloquear la luz solar cuando hace demasiado calor o son capaces de generar electricidad de forma independiente no son, sin embargo, una solución óptima en términos ambientales. En este caso el ahorro energético es considerable pero hay otro problema, porque estos paneles de vidrio laminado son muy caros y no se pueden reciclar, entre otras cosas no tienen una vida muy larga.

Precisamente por eso algunas metrópolis como Nueva York , a instancias de Bill de Blasio, están adoptando estrategias para frenar la construcción de edificios acristalados y mejorar los existentes en términos energéticos. Pero si bien el progreso hacia la construcción y los edificios sostenibles avanza, según el Informe de estado global 2021, todavía queda un largo camino por recorrer para lograr los objetivos climáticos establecidos en el Acuerdo de París.

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Laura de rosa

Fuente: theguardian

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