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La tortuga es más rápida que la liebre, o mejor dicho, siempre la vence. Esopo lo sabía, pero ahora para confirmar la hermosa historia hay una investigación realizada por científicos de la Universidad de Duke.

Los investigadores encontraron que, a la larga, la victoria siempre irá al animal más lento y estable. Un análisis de las velocidades informadas de los animales en función de su presencia en tierra, aire y agua muestra que algunos de los que se consideran los más rápidos del mundo son en realidad los más lentos cuando se consideran sus movimientos durante su vida.

"La historia de la tortuga y la liebre es una metáfora de la vida, no una historia", explicó Adrian Bejan, profesor de Ingeniería Mecánica JA Jones en la Universidad de Duke. “Vemos en la vida animal dos estilos de vida completamente diferentes, uno con una dieta casi constante y sueño diario y otro con comidas cortas intermitentes intercaladas con una siesta diurna: ambos modelos siguen los ritmos de vida descritos por Esopo”

Este último habla de una competencia entre una liebre rápida pero a menudo distraída y una tortuga lenta pero inexorable y constante. La liebre se jactó ante los demás animales de que nadie podía vencerla a toda velocidad. Una tortuga aceptó el desafío. La liebre corrió muy rápido y luego, segura de su propia supremacía, se detuvo para descansar. Al despertar, la tortuga la había adelantado, ganando la carrera.

Incluso en la realidad es así. Publicado el 27 de agosto en la revista Scientific Reports, el estudio de Bejan analiza las velocidades de los animales y muestra que este hallazgo contradictorio también es válido para la industria de la aviación moderna.

Al igual que en el mundo animal, el avión de combate puede ser más rápido que otros aviones, pero pasa mucho tiempo en tierra. En promedio, durante su servicio, los aviones de combate son sorprendentemente lentos en comparación con los modelos diseñados para transporte o reconocimiento.

El estudio surgió como consecuencia de un artículo anterior que utilizó la teoría de la construcción de Bejan para mostrar que las velocidades de todos los animales tendían a aumentar junto con su masa corporal. Por ejemplo, la frecuencia del paso de los vertebrados tenía la misma relación con la masa de los animales que la velocidad con la que nadan los peces. Asimismo, la velocidad de los corredores se ajustaba a los mismos principios que la velocidad de las aves voladoras. Estos modelos se pueden utilizar para predecir tendencias evolutivas futuras y direcciones de diseño para aviones y otros vehículos.

Una cosa es cierta. En la carrera por la vida, la tortuga con su tenacidad golpea a la liebre, cada vez. Palabra de ciencia.

Francesca Mancuso

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