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Los que duermen poco ganan más peso. Por supuesto, sin embargo, esto no es nada nuevo, el insomnio y el aburrimiento a menudo conducen a comer comida chatarra y atracones de papas fritas, chocolates, etc.

Un nuevo estudio estadounidense ahora identifica al culpable de este círculo vicioso, que es una señal química que aumenta el placer de ingerir alimentos ricos en grasas.

En la práctica, dormir menos activaría el sistema endocannabinoide, el objetivo del ingrediente activo de la marihuana, aumentando el deseo de comer.
Durante el estudio, los investigadores analizaron los hábitos de 14 voluntarios, todos en óptima salud, creando dos situaciones diferentes. Durante 4 días, los participantes durmieron un promedio de 7.5 horas por noche y otros 4 días en los que las horas de sueño se redujeron a 4.2.

¿El resultado? Tan pronto como pudieron, los voluntarios se atiborraron de bocadillos e ingirieron más de 300 calorías más, que ciertamente no habrían consumido si hubieran pasado ese tiempo durmiendo. Entonces, a pesar de que comieron una comida rica solo dos horas antes, no pudieron resistir las galletas, los dulces y las papas fritas.

El culpable es el endocannabinoide 2-araquidonoilglicerol (2-AG), cuyos niveles en sangre son típicamente bajos por la noche, mientras que aumentan lentamente durante el día, alcanzando su punto máximo a primera hora de la tarde. Sin embargo, cuando los participantes del estudio se vieron privados de sueño, los niveles de endocannabinoides aumentaron más rápido y se mantuvieron elevados durante toda la noche, además de los picos típicos de 12.30. Durante este período, los voluntarios obtuvieron puntuaciones más altas en hambre y antojos de alimentos. Cuando se les dio permiso para comer bocadillos, ingirieron casi el doble de grasa que cuando durmieron durante más de 7 horas, según el estudio.

Después de una noche normal de sueño, los niveles de 2-AG son bajos por la mañana y alcanzan su punto máximo a primera hora de la tarde, poco después del almuerzo, y luego disminuyen. Sin embargo, después de la privación del sueño, el 2-AG alcanza niveles un 33% más altos y permanece elevado con el tiempo. En este caso, los voluntarios estaban mucho más hambrientos justo cuando los niveles de 2-AG eran más altos. Después de la cuarta noche de sueño limitado, se les ofreció algunos bocadillos y los participantes tuvieron dificultades para contenerse. Eligieron alimentos con un 50% más de calorías, "comida chatarra" con el doble de grasa, en comparación con el sueño normal, concluye el estudio.

En conclusión, incluso si el estudio tuvo un muestreo limitado, los investigadores no tienen dudas: si duermes poco, es más probable que comas comida chatarra, lo que aumenta el riesgo de obesidad.

Dominella Trunfio

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