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Están desnutridos y sin fuerzas, la tragedia de los orangutanes de Indonesia y Malasia que se mueren de hambre a causa de las plantaciones de palma, nunca termina. Están en constante riesgo de extinción por la deforestación y la consecuente desaparición de su hábitat natural.

¿Cómo podemos olvidar a Hope, la madre orangután que fue alcanzada por 74 perdigones disparados con rifles de aire, algunos de los cuales le hirieron gravemente los ojos y la dejaron ciega? Su historia, sin embargo, no es un caso aislado. Alrededor de la isla indonesia de Sumatra, el paisaje se ha transformado por completo: troncos carbonizados, cortados para dejar espacio a las plantaciones de aceite de palma que, como sabemos, se encuentran en muchos productos alimenticios y más. Así, los orangutanes, los llamados habitantes de la selva y su hábitat, están perdiendo su dignidad e identidad.

“Se han talado veinticuatro mil hectáreas de árboles, solo quedan un par de árboles. Entonces, el orangután mira a su alrededor y piensa: '¿Qué le pasó a mi bosque?' ”, Dice Ian Singleton, director del Programa de Conservación de Orangután de Sumatra.

Indonesia y Malasia suministran al mundo más del 80% del aceite de palma que se utiliza en alimentos, cosméticos, biocombustibles y mucho más, y aunque Indonesia ha dejado de emitir nuevas licencias, la situación no es de ninguna manera optimista. De hecho, está fuera de control en medio de las peligrosas emisiones de carbono y la disminución del hábitat, pero el apetito mundial por el aceite de palma sigue siendo voraz.

Desde 2012, se han rescatado más de 170 orangutanes heridos. Entre 1999 y 2021, la población de orangután de la isla de Borneo disminuyó en más de 100.000.

Otros 100.000 están en Borneo, según el Fondo Mundial para la Naturaleza, pero hay menos de 14.000 en Sumatra. Un número alarmante porque en la naturaleza la madre orangután suele dejar pasar mucho tiempo entre un embarazo y otro, incluso ocho o nueve años. Los científicos temen que la población se encuentre en una espiral mortal.

Los orangutanes están muriendo de desnutrición, debido a los incendios que se inician para dar cabida a las plantaciones. Están desesperados por comida, saquean pueblos y muy a menudo la población local les dispara, tal como le sucedió a Hope, que nunca volverá a ver su bosque.

Dominella Trunfio

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