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Esta es la historia de Rebecca , una niña de alma noble que se ha ganado el título de "Abanderada de la República" por sus acciones. ¿Por qué es tan extraordinario? Ella se aseguró de que un compañero de clase discapacitado fuera mejor aceptado e incluido en su clase.

Incluso Mattarella se conmovió al escuchar lo que logró hacer esta pequeña niña especial, que a los 10 años, gracias a sus nobles hazañas, se convirtió en la abanderada más joven de la República.

Pero comencemos desde el principio. Rebecca Maria Abate, nacida en 2008, vive en Lucera (Foggia) y en su clase hay una niña gravemente discapacitada. Lamentablemente, sabemos que en estos casos las personas con dificultades corren el riesgo de quedar aisladas y los niños, muchas veces sin darse cuenta bien de la situación, tienden a jugar entre ellos, olvidándose de incluir a todos. Rebecca, por su parte, logró crear un puente entre la niña discapacitada y el resto de la clase actuando en primera persona con gran amor y generosidad. Siempre era ella, de hecho, quien acompañaba a su amiga, a comer junto a ella, a ayudarla cuando tenía dificultades, etc.

Con esta motivación, Mattarella la nombró abanderada de la República junto a otras 29 personas que se han distinguido como "constructoras de comunidades".

"La ayuda que pudo brindarle a una compañera de escuela con discapacidad severa le permitió salir del silencio y abrir la comunicación con toda la clase"

Como quiso subrayar la Presidenta de la República, la pequeña pero gran Rebecca, gracias a su sensibilidad y al cariño que le dispensó a su amiga, logró crear un ambiente abierto e inclusivo donde la diversidad se ha convertido en una oportunidad de crecimiento para todo y no un motivo de exclusión o discriminación.

El padre de Rebecca, Stefano, mejor contó cómo nació la amistad entre las dos niñas. Estos se conocen desde segundo grado y ya cuando Rebecca tenía solo 6 años se ha establecido una relación especial entre ellos. El instinto de su amiga hacía que Rebecca se moviera del escritorio cada vez que notaba algún tipo de dificultad, aunque obviamente había una maestra de apoyo que podía hacer lo que la pequeña necesitaba.

Aunque los profesores intentaron detener su instinto de ayudar, Rebecca siempre hizo lo suyo y siguió sin inmutarse, en cada momento de necesidad, al lado de su amiga. Al final, todos "se rindieron" a tanta empatía y la directora del colegio informó la buena historia directamente al presidente de la República.

Los padres de la amiga discapacitada, que entre otras cosas es de origen marroquí y por ello lamentablemente (dado el clima de este período) aún más en riesgo de exclusión, están evidentemente agradecidos a Rebecca por mostrar tanto amor y amistad hacia su hija.

Esta vez también tenemos mucho que aprender de los niños. Estamos seguros de que en las escuelas hay muchas otras “Rebecca” y nos gustaría ir a buscarlas todas. Mientras tanto, aprendamos de ella la gran lección de amor y bondad que nos ofrece.

Francesca Biagioli

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