Tabla de contenido

Leer es bueno, sabes. Te permite encontrar nuevos mundos, observar hechos desde otros puntos de vista, experimentar situaciones inusuales: aumenta indirectamente tu conocimiento de la vida. No solo eso: los protagonistas de las historias, en realidad sucede sobre todo con los personajes que preferimos, están de alguna manera relacionados con nuestra vida; Numerosos estudios científicos han demostrado que las respuestas que producimos en todos los niveles de la vida cotidiana “influyen” en nuestra forma de pensar y comportamientos.

Entonces, para empezar: viva la lectura pero, cuidado, también es importante elegir no casualmente lo que lee (o dejar que un niño lea, por ejemplo).

La experiencia de leer cambia la estructura de nuestro cerebro

Un estudio, publicado en la revista Brain Connectivity, explica cómo la lectura, en particular, aumenta la conectividad de diferentes áreas del cerebro, incluidas las asociadas con el procesamiento del lenguaje y la respuesta sensorial primaria (que ayuda a comprender y visualizar el movimiento). Lo interesante es que esta activación no se detiene ahí, cuando se cierra el libro, sino que -según el neurocientífico Gregory Berns- permanece "casi como un recuerdo muscular".

Es decir: los beneficios se mantienen durante algún tiempo. Leer con regularidad cuentos de hadas, cuentos, novelas y cuentos, por lo tanto, es bueno.

Los efectos no son solo en el cerebro

La lectura permite una especie de simulación de experiencias sociales, permite practicar o en todo caso solicita habilidades interpersonales; cuanto más "emocionalmente tomado" por la historia y el personaje, más empatía se desarrolla. Una investigación de la Universidad del Sur de California, publicada en Human Brain Mapping (y que también incluye a Antonio Damasio entre los autores), confirma que leer (cuentos) es una experiencia universal que puede "provocar" una mayor empatía por los demás, independientemente de orígenes culturales y diferencias sociales. Es importante porque más empatía significa, también, más creatividad, comportamientos prosociales y cooperativos, no solo atención a los sentimientos de los demás sino también el reconocimiento y comprensión de sus señales emocionales.

Advertencia: no son solo las historias (y la calidad de las mismas en términos de psicología constructiva o no de los personajes, de los valores que transmiten) las que marcan la diferencia. El "medio" es fundamental, la modalidad que los une. Porque si son libros, está bien. Pero si las historias y la narración de los protagonistas pasan principalmente por la televisión, el resultado final se invierte; Esto es especialmente cierto para los más pequeños: según un estudio publicado en la Revista de Comunicación, los niños en edad preescolar que ven mucha televisión, o incluso tienen una televisión en su habitación, tienen una menor comprensión de las creencias, pensamientos y deseos de otras personas y, en general, tienen dificultades en el desarrollo cognitivo y las habilidades sociales (el efecto negativo se reduce si lo que se ve en la pantalla chica se convierte entonces en objeto de diálogo constructivo y comparación con sus padres).

Fuera de la tele, la moraleja es siempre la misma: leer es un placer que te hace bien. Alimentándolo conscientemente, con buenas historias, entonces lo hace mejor.

Anna Maria Cebrelli

Entradas Populares