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¿Cuántas veces te ha ocurrido hablar con tus mascotas , plantas o incluso con algún objeto, como un pc? Aunque probablemente pensaste que te volviste loco, los expertos te aseguran que todo es normal. De hecho, es un síntoma de inteligencia.

Cuando los niños hablan con sus juguetes, se les ve con ojos de amor, pero si le pasa a un adulto, hay más veces que dan la vuelta a la nariz de lo que se considera normal. Sin embargo, según los expertos en ciencias del comportamiento, esto está más cerca de la inteligencia que de la estupidez.

Después de la pubertad, quien habla con el conejito o la planta es visto por la comunidad como una persona con signos de desequilibrio o como alguien que está pasando por un momento difícil o de niño.

En cambio, existe una explicación científica de por qué los adultos tienden a antropoformar todo. Nicholas Epley , profesor de ciencias del comportamiento en la Universidad de Chicago y quizás el mayor experto mundial en el tema, interviene en este tema .

Históricamente, el antropoformismo ha sido tratado como un signo de infantilismo o estupidez, pero en realidad es un subproducto natural que hace que los humanos sean inteligentes. No hay otra especie que tenga esta tendencia ”, dice.

Epley explica que esta tendencia es diaria. Ocurre por ejemplo cuando damos nombre a coches, patinetes, ordenadores, etc. y nos relacionamos con ellos como si estuviéramos estableciendo relaciones sociales proyectándonos sobre objetos.

Pero todo esto va más allá cuando creemos que nuestro gato está actuando "desvergonzadamente" o cuando le preguntamos a nuestro coche por qué no enciende. Todo esto es el subproducto de la cognición social activa e inteligente.

Según los expertos, sin embargo, hay tres razones primitivas vinculadas a este comportamiento, a saber, la de antropoformar algo. Esto se hace cuando:

1. Puede tener o parece tener un rostro humano;
2. Puede ser un amigo como mascota;
3. No es posible explicar su comportamiento (como el portátil cada vez que se reinicia).

Pero también puede ser síntoma de algo muy diferente, la soledad.

“Cuanto más nos sentimos solos, más tendemos a desarrollar estos comportamientos”, explica Epley.

Y agrega:

“Tratar a los objetos y animales como seres humanos no es síntoma de locura. Los mecanismos psicológicos de este tipo de comportamiento son los mismos que los que existen en las interacciones sociales entre los seres humanos”.

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Dominella Trunfio

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