Nemo, el pez payaso que se hizo famoso gracias al éxito de Pixar, sigue en peligro. Una investigación del Centro para la Diversidad Biológica ya lo había revelado, acusando la acidificación de los océanos y el calentamiento global , y ahora lo confirma un equipo del Centro Nacional Francés de Investigaciones Científicas (CNRS), que, junto con otros científicos, ha examinado para más de 10 años el pez payaso que vive entre los tentáculos de las anémonas de mar en la isla de Kimbe, frente a las costas del este de Papúa Nueva Guinea.
Las investigaciones han demostrado que estos peces no tienen la capacidad genética para adaptarse a los rápidos cambios de su entorno , amenazados por el calentamiento del mar, la contaminación y la intrusión humana, factores que también han afectado negativamente a los corales, de los que dependen en parte. para sobrevivir.
El problema es que el ciclo reproductivo del pez payaso depende en gran medida de un entorno estable y benigno. Y no hace falta decir que sin una reproducción adecuada, el pez payaso se enfrenta a la extinción, sujeto a desafíos de adaptación ambiental demasiado severos, como explica Benoit Poujol, uno de los investigadores involucrados:
“El éxito reproductivo de una población viene dado por la capacidad de adaptación y el pez payaso tiene un ciclo reproductivo particular y cuyas condiciones se encuentran en un ambiente estable”.
Poujol explicó además a AFP que cada anémona alberga un pez hembra, un macho sexualmente activo y otros machos no sexualmente activos, y que, cuando la hembra muere, el macho se convierte en hembra y el mayor de los machos no sexualmente activos se vuelve activo. Pero si existen limitaciones en el entorno circundante, "el pez payaso no posee la estructura genética que le permita cambiar este ciclo reproductivo". Por tanto, corre el riesgo de extinguirse.
De hecho, los investigadores descubrieron, a través de un gran esfuerzo de muestreo y secuenciación de ADN, que las grandes familias de peces payaso, que vivieron durante muchas generaciones, estaban vinculadas a hábitats de alta calidad, en lugar de a genes compartidos.
En última instancia, la adaptación genética parece ser incapaz de proteger al pez payaso de los efectos del cambio climático en su hábitat, lo que significa que podría extinguirse por completo. Sobre todo si las anémonas, de las que depende el 50% de su supervivencia ya que a menudo viven en simbiosis, sufrieran cada vez más negativamente los cambios, como ya está sucediendo.
La única posibilidad de salvación depende en este momento de nuestra capacidad para intervenir en el tiempo en el hábitat de estos animales, preservándolo de los efectos nocivos del calentamiento global.
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