Entre las casas de color pastel las hay: faldas hasta la rodilla con colores vivos y para las más viejas un pañuelo de flores anudado bajo la barbilla, como todavía se usa en algún pueblo italiano. Son las mujeres de la isla de Kihnu en Estonia, donde la sociedad es matriarcal.
No es casualidad que se la llame la isla de las mujeres, Kihnu se encuentra en el Mar Báltico y es un lugar donde el tiempo parece haberse detenido para siempre. Reina la paz absoluta y los habitantes, unos cuatrocientos, son puramente mujeres.
Aquí se encuentra, de hecho, una de las últimas sociedades matriarcales del mundo donde la gestión social y administrativa está a cargo de las mujeres, dado que la comunidad masculina está ausente durante varios meses para el sustento de la aldea.
Entonces, mientras los hombres pasan la mayor parte de su vida pescando, las mujeres crían a sus hijos, administran familias, trabajan en el campo y abordan todos los problemas de gobernabilidad.
El líder de la comunidad isleña es Mare Matas , quien también se desempeña como presidente de la Fundación Espacio Cultural Kihnu.
“Los hombres siempre están lejos de la isla y esta es la razón histórica por la que las mujeres se han vuelto fuertes e independientes con el tiempo. Nuestro objetivo es preservar nuestras tradiciones y la herencia de Kihnu en general ”, dice.
Foto: Olev Mihkelmaa
En la vida cotidiana, las mujeres visten trajes tradicionales, se reúnen por la noche y crean momentos de bailes y canciones populares que se han transmitido durante más de dos mil años.
Lamentablemente, sin embargo, la isla no ofrece mucho y son muchos los jóvenes que la abandonan para estudiar o buscar trabajo, si durante el verano el turismo da un soplo de aire fresco, durante el invierno la comunidad está formada por personas casi mayores. .
Foto“Me preocupa que nuestra cultura desaparezca”, dice Matas.
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Pero esperemos que no suceda principalmente porque la cultura Kihnu, más específicamente sus tradiciones relacionadas con el matrimonio, han sido reconocidas como Patrimonio de la Humanidad.
Dominella Trunfio
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