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Los delfines del zoológico acuario de Madrid parecen estar en mal estado de salud debido al cautiverio y los espectáculos a los que se ven obligados en la estructura. El Servicio de Protección de la Naturaleza ha recibido una denuncia basada en un informe veterinario que pone en blanco y negro (y con mucho video) el estado de 9 cetáceos.

En el Zoo Aquarium de Madrid , una de las atracciones más populares son los delfines, de los que se cuentan todas las peculiaridades: lo inteligentes que son, cómo se mueven en el agua, la anatomía, los peligros que viven en mar abierto y mucho más. Luego, se hace que los niños escuchen los sonidos que emiten, naturalmente en vivo, utilizando los 9 especímenes presentes en la estructura.

Parece que todo está bien, ya que estos animales también tienen una especie de sonrisa fija en el rostro, pero no es exactamente así. Un informe veterinario presentado como denuncia ante el Seprona (Servicio de Protección de la Naturaleza) de la Guardia Civil revela que los delfines del Zoo de Madrid están enfermos, padecen problemas oculares y dos de ellos (Laia y Guarina) tienen lesiones cutáneas.

La asociación española Great Ape Project presentó la denuncia tras una investigación denominada Operación 404 y patrocinada por la organización internacional Sea Shepherd Conservation Society. La atención se centra en las consecuencias del cautiverio de delfines en Madrid y la denuncia va acompañada de varias pruebas: fotografías y un vídeo .

El informe del veterinario determina que los nueve delfines del acuario de Madrid están enfermos como consecuencia del cautiverio. Los nueve padecen problemas oculares, posiblemente debido al contacto constante con el cloro, y dos de ellos presentan además lesiones cutáneas.

Es obvio que esta historia reaviva el debate ético sobre la conveniencia o no de meter a los animales en una piscina que debería nadar libremente en el mar. Los acuarios, sin embargo, están convencidos de que están "haciendo el bien" al realizar un trabajo educativo, de conservación e investigación.

Así lo comentó Agustín González, un veterinario con experiencia en fauna marina, tras ver el material relativo a los delfines de Madrid:

“Vi el informe del veterinario y me dio un vuelco el alma. Entonces decidimos denunciarlos como representantes de una asociación de derechos de los animales. (…) Es ferocidad. Los delfines nadan una media de 100 kilómetros al día cuando están libres. Hacen mucho ejercicio. Cuando están en cautiverio dan la vuelta al estanque y viven todo el día en el mismo lugar, donde comen y defecan. Necesitan limpiar el agua con cloro, porque viven entre bacterias, por eso tienen los ojos cerrados "

Entre otras cosas, subraya un aspecto poco conocido, los delfines se comunican a través de sonidos agudos que en una piscina rebotan en las paredes y hacen eco, lo que “los vuelve locos”.

El delfín Lala también padece una enfermedad dermatológica, su cuerpo está lleno de úlceras y esto sin duda le causa mucho dolor, porque estos animales, entre otras cosas, tienen la piel muy sensible.

“En las imágenes se ve que un ejemplar tiene todo su cuerpo ocupado por lesiones ulcerativas dermatológicas en forma de cráter, las lesiones van de la cabeza a la espalda, llegando hasta la aleta caudal. Las lesiones tienen varios centímetros de diámetro y se encuentran en diferentes estadios de evolución, desde inflamación, tumefacción, eritema, nódulos, hasta una úlcera de cierta profundidad, es decir, en diferentes estadios de dicha patología o enfermedad dermatológica ”.

Guarina, otro delfín del zoo de Madrid, tiene otro problema: le falta un trozo de la nariz, lo cual es muy grave tanto por el dolor que le provoca como por el hecho de que los delfines, al no tener manos, utilizan la nariz para "Sensación".

Los delfines, entonces, no pueden mostrar sufrimiento y, por lo tanto, siempre parecen felices. Esto engaña a los visitantes que, muchas veces, no se dan cuenta del dolor que hay detrás del cautiverio de estos animales.

Como recordó el veterinario: muchos delfines en cautiverio caen en depresión, circulan continuamente, dejan de comer y en ocasiones incluso respiran (porque su respiración es voluntaria). Años atrás había hablado mucho de la historia del delfín Flipper que había dejado de respirar voluntariamente debido al sufrimiento del encarcelamiento.

La alegría de los delfines se expresa saltando, nadando y no haciendo los ridículos protagonistas de un espectáculo para turistas hecho para ganarse la comida. Es por eso que si queremos ver delfines, debemos ir a buscarlos en mar abierto admirándolos en todo su esplendor y en la altura de su vida feliz.

Francesca Biagioli

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