Murieron en un acuario después de ser privados de su libertad. Este es el final de treinta tiburones martillo que hace ocho años fueron capturados en la Gran Barrera de Coral, para convertirse en una atracción turística.
Estaban en el acuario de Nausicaá en el puerto francés de Boulogne, cerca de Calais, y todos murieron en cautiverio. Muertes sospechosas que ahora son objeto de una demanda de Sea Shepherd France, que pone el foco en el comercio de tiburones capturados en aguas australianas, precisamente porque la ley federal les permite hacerlo.
Aquí mismo, en el acuario marino más grande de Europa, en los últimos días una de las paredes del tanque de sardinas se había agrietado por razones aún por determinar.
Los tiburones martillo festoneados pertenecen a la familia Sphyrnidae y se encontraban en el acuario más grande de Europa, algunos de 2011 y el último de 2021.
El último de los 30 tiburones murió hace dos semanas, pero aún se desconocen las causas de las muertes. Según los administradores del acuario, los animales murieron de una infección por hongos y se infectaron entre sí.
Sea Shepherd France afirma que los animales fueron maltratados en cautiverio y está emprendiendo acciones legales contra Nausicaá que intenta acceder a los registros médicos de tiburones y los permisos emitidos para la importación.
“Para una especie en peligro de extinción, cada individuo cuenta. La situación no está clara. Por eso pedimos una investigación exhaustiva de todo lo que ha sucedido desde que los importaron en 2011 ”, explica Lamya Essemlali, presidente de Sea Shepherd France.
A pesar de la atención internacional, el Departamento de Medio Ambiente de Australia dijo que "desconocía la muerte de estos animales".
Recuerde que los tiburones martillo festoneados están incluidos en la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES). Sin embargo, los animales han viajado por todo el mundo, llegando a Europa, donde murieron detrás de un vidrio y sin libertad.
Según el acuario: “La presencia de tiburones en Nausicaá tenía como objetivo concienciar al visitante de la fragilidad de este animal, verlo y observar su comportamiento para aprender a protegerlo mejor en su entorno natural”.
Palabras que una vez más nos dejan perplejos.
Dominella Trunfio
